Carolina
Alvarez Elizarraras
“La independencia y la soberanía de
una nación no admiten graduaciones.
Se es o no se es independiente”
Heberto Castillo
La
quincena pasada la escritura de estas líneas se sometieron a un trabajo introspectivo
medio complicado, queda completamente evidenciada la inclinación política de su
servidora, sin embargo en ocasiones, quizás como la pasada, uno tiene que
esclarecer y entender, tanto así como aceptar aquello que objetivamente se está
viviendo.
Y
es de esta manera que regresamos a la otra trinchera, la de la critica y el
análisis. Sucede que entre tantos temas, no había tenido la oportunidad de
retomar lo referente a las reformas estructurales. En estos días estuvo
presente el Secretario de Hacienda Luis Videgaray en entrevista con Carmen
Aristegui, retomando el tema de las reformas estructurales que están
impulsándose con gran fuerza. Especialmente la concerniente al área energética,
se le cuestionó al secretario si la votación a favor de la propuesta del
presidente les había sorprendido, plácida y tranquilamente respondió que no,
pues la propuesta es justo lo que el país necesita. La periodista reviró y le
expresó un comentario hecho por el expresidente Zedillo quien aseguró que ni en
sus mejores aspiraciones hubiese creído posible que una reforma de este tipo
pasaría en las cámaras con una votación como la que tuvo. Nuevamente el
secretario no se inmuto, y refirió que es el resultado del trabajo y la unidad de buscar transformar a México, aunque
desde su punto de vista dichas reformas no se han concretado como quisieran.
Quienes
tuvieron la oportunidad de escuchar la entrevista en vivo pudieron darse cuenta
que el secretario de hacienda respondía de manera evasiva ante los claros
cuestionamientos de la periodista sobre los resultados y el tiempo que tardaran
en ser visibles, evidenciado la falacia que es en realidad cada reforma emprendida. Tristemente vemos que en
lo concerniente al sector energético, está encaminada al negocio de la renta petrolera,
no hay más, no es un patriotismo radical el no querer la inversión privada en
recursos naturales, es solo que llanamente la historia nos demuestra que el
recurso en manos capitalistas privadas solo lleva a la explotación del mismo,
no aporta ni mejora la economía del país. Es un embuste creer que esto generará
un crecimiento económico cuando los mismos censos nos demuestran que el índice
de empleo va en caída, la calidad de vida en México no se acerca ni por nada a
los estándares de la OMS, ni mucho menos a los impuestos por la OCDE.
Cifras
de mejora económica son más que maquilladas, la evidencia, el contexto nos dice
otra cosa. Por ejemplo Carlos Capistran, ejecutivo en jefe para México de la
firma financiera Bank of American Merrill Lynch, señalo que sus indicadores
demostraban que México estuvo en recesión la mayor parte del trimestre, y que
dicha situación pudo haber empezado en el cuarto trimestre del 2012, lo que
significaría que la economía mexicana pudo haber estado sumergido durante seis
trimestres y lo que le falta. Evidentemente se entiende que se necesita un
cambio radical en la política económica del país para conseguir el ansiado
crecimiento del PIB, esto implicaría un cambio en el modelo económico que tiene
México hace más de 30 años y que hasta el momento no ha dado ningún tipo de
resultado positivo. Y sacando cuentas es mucho más que palpable saber quiénes
estaban en el poder hace tres décadas y que a ojo analítico las propuestas de
cambio por parte del gobierno federal no es más que el reciclaje de años
pasados.
Ahora
bien más triste es notar que nuevamente la estructura gubernamental hace uso
del poder y alcance mediático para echar a andar las discusiones sobre las leyes
secundarias de dos de las reformas más polémicas, la energética y la de
telecomunicaciones. No creer que buscan la plataforma perfecta para llevar a
cabo sus planes (aunque suene a “compló”) ¡Es tan ingenuo como seguir creyendo
que nunca existieron las tarjetas de MONEX o SORIANA!, en fin, el año pasado
fue en el marco de las festividades guadalupanas aprovechándose de esa
ferviente sed catolicista del mexicano, aprobaron la reforma con una increíble
mayoría parlamentaria. El ambiente este año para la discusión de las leyes
secundarias no podía ser mejor, fútbol, para muestra la visita de los jugadores
en días pasados a Los Pinos donde fueron recibidos por el presidente, algarabía
y júbilo representadas en fotos circularon en diversos medios. Paralelamente se
presentó el calendario de sesiones para la discusión de dichas reformas, junio
mes de fútbol y mes de votaciones en las cámaras, mes de otra muestra
poblacional de apatía y desinterés, entiéndase por favor, no es que el fútbol
en sí sea malo, es la distracción que produce en el grueso de la población, y
la inercia social estática que desencadena. No se percibe algún instrumento con
la fuerza necesaria para ser capaz de frenar este embate legislativo, las
reformas una a una están pasando y todas inevitablemente golpetean a la
sociedad desde diferentes ámbitos, no podemos obviar los pactos y arreglos
entre los diferentes partidos como no se puede dejar de observar que aunque
MORENA sigue con el proyecto alternativo, aún necesita estructuración y una
fuerza mayor, que con todo el idealismo posible desde las bases lo seguimos
impulsando.
Sin
embargo, la verdad es que desafortunadamente en nuestro país “con mundial o sin
él, con enajenación balompédica o sin ella, hasta ahora no hay ningún visto de
protesta social generalizada y vigorosa en contra de la grave entrega de los
recursos energéticos nacionales a firmas extranjeras y a la corrupción política
nativa, ni en contra del catálogo diario de abusos, aberraciones y burlas que
desde los poderes constituidos se cometen contra una población con aspiraciones
de ganar medallas o trofeos relacionados con la paciencia colectiva (para usar
un eufemismo) que ya se va convirtiendo en record mundial”[1].
En cambio en la sede del mundial las protestas diarias, mantienen la atención
en el punto medio entre el fútbol y por otra parte los problemas económicos, el
despilfarro gubernamental y la desatención a las necesidades mayoritarias, “los
brasileños están confirmando que el deporte en sí, y en particular el fútbol,
por más comercializado que está, no anulan ni aminoran la conciencia social”[2]
Mientras tanto aquí en México, “ el crítico y recesivo secretario de Hacienda,
Luis Videgaray (otro patriota que considera que el país y su reforma energética
no deben frenarse por el mundial, faltaba más) asegura que el país no está en
crisis ni en recesión…”[3]
Y
también, mientras tanto, en lo real, en lo diario, en nuestra sociedad, todas
estas benditas reformas siguen impactando de manera negativa, generando ruido
en diversos sectores que no se limitan a ser simples observadores y buscan moverse
y mover a otros con ellos, ni idealismo ni patriotismo, solo sensatez y afán de
buscar justicia social, no igualdad, justicia en toda la extensión de la
palabra.