viernes, 11 de julio de 2014

LEYENDO EN VOZ ALTA

“Es hora de aullar, porque sin nos dejamos
llevar por lo poderes que nos gobiernan,
 y no hacemos nada para contrarrestarlos,
se puede decir que nos merecemos
lo que tenemos”
José Saramago

El maravilloso mundo de la lectura… entrar en él es descubrir de la mano de los autores otra existencia, es recrear en nuestra mente imágenes, sonidos, sensaciones y viajes extraordinarios. El hábito de la lectura en realidad no es difícil  de desarrollar, solo que tendemos a usar pretextos para no hacerlo. De antemano sabemos que leer mejora nuestro léxico, nuestra ortografía y nuestro nivel de comprensión. Tener el gusto por la lectura es como decía al principio, iniciar un viaje que parece no tener fin. Leerle un libro a un niño tiene su truco, para que lo disfrute, tenemos que disfrutar al leerlo nosotros también como adultos, quizás por eso agradezco que la vida me permita compartir esta faceta con mis hijos, poco a poco veo al mayor de ellos buscar y curiosear entre sus libros, y con el menor he tenido la experiencia de poder leerle a él y a sus compañeritos algunos libros dentro del marco del Programa Nacional de Lectura en su escuela, el plus se lo ponemos los papás al llevarles actividades paralelas a la lectura, que los motivan y siembran esa semilla tan importante para la vida: la curiosidad. De ahí que se busque impulsar esta práctica desde pequeños, porque es ahí donde programamos a nuestro a cerebro para que tenga el poder de expandirse al conocimiento.

En lo personal disfruto más de una buena novela, aunque de vez en cuando me interno en la otro tipo de textos. Les confieso que el último libro que leí me costó mucho trabajo, me resistía, lo tengo que confesar, hubo momentos en que lo dejaba molesta y me sentía ofendida, “La historia negra de la izquierda mexicana” de Julio Patán, por el título comprenderá mi estimado lector la situación ambigua de su servidora, no se diga en los últimos capítulos, donde llegue a sentir el encono con la que el autor se centraba en la figura de AMLO; creo que eso es lo mágico de la lectura, el mundo de sensaciones al que te sumerge. Y fue precisamente de dicha situación de donde salió la inquietud de este texto, que no había podido tomar forma hasta esta quincena, resultó bastante interesante admitir que las críticas que no nos favorecen nos generan un ruido aturdidor, pero es de ahí justamente de donde debe salir el punto de equilibrio, esa frontera entre discernir y analizar lo propio para generar un estado de conciencia mayor y tener argumentos de debate.

Y he aquí la otra parte de este tenor, la confrontante y la que se debate entre la lucidez y la presunción; no se trata de que al leer nos pongamos la etiqueta de intelectuales, o de conocedores de una verdad absoluta, nada más alejado y servil podríamos hacer. Leer inevitablemente tiene que llevar al análisis, a la introspección y al entendimiento, que al final se prenda esa luz en nuestro ser y nos deje con la inevitable sensación de querer saber más.

Para debatir debemos hacerlo con argumentos certeros y no con banales sentimentalismos, es buscar el equilibrio en estos dos puntos, ser asertivo entre lo que decimos, pensamos, sentimos y hacemos. ¡Vaya tarea!, pero no imposible, les comentaba en ediciones pasadas que el camino de recabar firmas para la consulta que impulsa MORENA  bajo el lema:“¿Qué nos pregunten a todos?”, de repente me encuentro con grandes cuestionamientos, pero también tristemente con pobres argumentos, cuando pregunto más y escarbo en esa psique colectiva me sigo dando cuenta de una realidad más que triste, nos está educando un poder mediático sin límites en su alcance social, con unas carencias psicosociales tan grandes que permean en la capacidad de reflexión.

No leemos, tristemente, no lo hacemos, las estadísticas no mienten, nuestro país tiene un bajo índice de lectura. Y a esto agreguémosle lo poco selectivos que somos con lo que leemos, es decir, no es lo mismo leer una revista de espectáculos que una de análisis político ¿verdad? O leernos el TACAMBA completo con su diversificación de perspectivas, que leer un periódico condescendiente con ciertas líneas políticas (perdón pero me permití el comentario) incluso en mi línea de trabajo les puedo asegurar que no tiene un punto de comparación mínimo leer por ejemplo a Erich Fromm que a un César Lozano o Paulo Coelho, lo siento pero no es lo mismo. Y no es con afán mancilloso, es con afán de suscitar la mayor gracia que puede tener el ser humano: ¡pensar libremente y con responsabilidad!

Desafortunadamente estamos acostumbrados a digerir noticias a medias, escuchar y difundir sin sustento, la televisión nos ha llevado a eso y mucho más, no me pueden negar que en estos días el país se ha paralizado para sentarse a ver el futbol, y está bien, digo es diversión, pero ojala esa misma cantidad de gente se sentara y tomara unos minutos para leer todo lo que ocurre en el país: las insensibles reformas que siguen avanzando, las luchas sociales tan divergentes en sus formas y tan paralelas en su núcleo, la incongruencia de lanzar una Reforma Educativa y que el SNTE la apoye por conveniencias y sumado a esto se atreva a nombrar como embajadores de la educación a dos personajes tan mentecatos como una actriz fichera y un pseudo periodista editor de una de las peores revistas de espectáculos de nuestro país, la necesidad de examinar el entorno de incertidumbre y simulación por el que pasa nuestro estado, o que tal las notas más recientes girando precisamente en torno a la reforma de telecomunicaciones, en donde la difusión de unos audios dejan muy mal parada a la diputada Purificación Carpinteyro (recordemos que esta señora fue subsecretaría de Comunicaciones y Transportes en el sexenio de Felipe Calderón y llego al curul actual vía plurinominal por el PRD); todo esto sería cuestión de un análisis de mayor profundidad y no de simples respuestas que reflejan el vago interés de movilización de conciencias, ya no digamos literalmente.
¿Y en qué puede cambiar a México el leer? Considero que los cambios siempre comienzan por cosas y actos concretos y sencillos, ir de lo micro a lo macro, ir de nosotros hacia los demás, si leyéramos más tendríamos acceso a un sinfín de matices sobre nuestra realidad, y estas son las armas en forma de herramientas que podemos utilizar para una transformación real, esto es educarnos, ser autodidactas, generar eco en nuestro pensamiento y permear en los que nos rodean.

Por eso hoy leo en voz alta, que se escuche fuerte y concienzudamente, leo para que mis palabras destilen con el viento, libres y fluidas, leo en voz alta para escucharme a mi misma y entender que sí, hay toda una tarea por delante, hay retos infinitos y murallas a derribar, sin arquetipos intelectuales o tintes egocentristas, leo en voz alta y espero mi muy estimado lector que usted me siga, o bien que ya este recorriendo su propio camino en el maravilloso mundo de la lectura. Hoy leo en voz alta y camino de la mano con Julio Cortázar en su magnífica “Rayuela”[1]  y les comparto una de las tantas frases que inevitablemente se subrayan mientras se lee:

“Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose” (Capítulo 28)

Vivir sin leer seria vivir sin vivir…





[1] Rayuela es una novela del escritor argentino Julio Cortázar. Escrita en Paris y publicada por primera vez en España el 3 de Octubre de 1963. Más inclinada al surrealismo literario, Rayuela es un viaje introspectivo en forma de monologo, una delas obras imprescindibles en la literatura latinoamericana.

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