miércoles, 18 de febrero de 2015

INEVITABLE DISCERNIR

Carolina Alvarez Elizarraras

Yo parezco haber nacido para no
aceptar las cosas tal
como me son dadas…
Julio Cortázar


Siempre he creído que no hay peor error que caer en la omnipotencia de sentirse con la verdad absoluta, no la hay, todo es relativo y está sujeto a la percepción de cada uno de nosotros en contraparte con nuestro propio desarrollo psicosocial, cada quien ve las cosas como queremos verlas. Y en política no se diga, ahí se dan las verdades más relativas que puedan existir, cada quien desde su trinchera se considera la mejor opción y con los mejores propósitos y argumentos. Ahí entran todo tipo de subjetividades, incluidas la de los ilusos que dicen que la política no les interesa porque es una porquería y la comienzan a definir con un sinfín de alegorías, a final de cuentas es un eufemismo clásico que demuestra lo hastiada que se encuentra la población de clichés y regresiones psicopoliticas.
Solo que olvidamos algo muy importante, los partidos no son los causantes de nuestros males gubernamentales, en esencia son los personajes al interior de ellos quienes corrompen al sistema, un engrane que funciona mal termina desafortunadamente contaminando a los demás a su alrededor, porque como cualquier conducta humana, lo más fácil es hacerse hacia el lado cómodo, al lado de lo común, lo verdaderamente maravilloso sería lograr ir en contra de la corriente, salir de esa zona de confort tan pasiva como dañina, ser diferente, sin temor a los cambios, contagiar con buena actitud a los demás… eso sería maravilloso sin lugar a dudas, pero como en este punto ya suena de nuevo ese idealismo tan marcado en mí, pues mejor ponemos pies en tierra y nos contextualizamos en la situación actual.
Mucho he oído que entrar en este mundo de política es dañino, es una pérdida de tiempo y es traicionera, en efecto lo es, pero ¿y si el móvil para adentrarse en este mundo de percepciones relativas fuera otro? Si en realidad no fuera una necesidad, y llevara más bien un tinte de experimentación, digo, ante tantas hipótesis expuestas, lo mejor sería corroborar o derribar cada una de ellas ¿no? al final del día el no ya lo tenías y si no intentas hacer algo diferente nunca te percatarías de que los cambios si son fácil de empujar, bueno, al final del día, pues resulta que también entra mi faceta de psicóloga ¿no?
Hubo un tiempo, lo admito, en el que me molestaba un tanto los comentarios sobre mi ideología tan obradorista, hoy en día, no la defiendo, solo dejo que me acompañe. En diversas ocasiones me preguntaban ¿por qué morena? (les confieso que lo siguen haciendo burlonamente) y ahí iba yo tratando de responder apresuradamente con juicios que resultaran convincentes, algunas veces encontraba eco, otras ni siquiera se permitían escuchar, pues en otras plataformas políticas, cada uno defiende su ideología y creo firmemente que debe haber gente congruente y honesta que crea serenamente que desde su plataforma y sus estatutos e iniciativas se puede cambiar este país.
Sin embargo en mi, esa pregunta seguía latente, introspectivamente la cambie a un ¿para qué morena? ahí se soltó un torrente de ideas tan locas e idealistas como necesarias de pragmatismo. Les confieso que mucho tiene que ver en ello la lectura, bendito hábito heredado de mi madre, tantos libros, tanta historia han hecho mella en este deseo de ser parte de una regeneración social, la cual tendrá un éxito rotundo si la logro en mis hijos como primera instancia, y si genera ruido en otros sectores pues ya llevaría camino avanzado. Será que rayo en los sensibilísimos (ridículos quizás para muchos) de sentir a través de la lectura, de la historia  cargada de melodramas políticos por los que ha atravesado nuestro país, de haber tenido la oportunidad de platicar con ese personaje que desata polémica y darme cuenta de su verdadera vocación de servicio, de ser irremediablemente de ese lugar donde está el corazón.
Sigue siendo un enigma saber de qué lado está la verdad,  pero lo que si podemos exponer y se puede clarificar son los motivos que nos llevan a actuar, la congruencia en ellos se marca y queda grabada en nuestras actuaciones, lejos de la bipolaridad y megalomanía política, y queda grabada en la única parte de donde nunca se borra y que se convierte en el mayor juez de las decisiones tomadas: la historia, en base a ella para mi es inevitable discernir de otros en cuanto a los modos, usos y costumbres de hacer política, atorarse en los métodos clásicos sin experimentar es tan conformista como esperar a que EPN renuncie por su cuenta, es tan errático como creerse con la verdad absoluta... Touché



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